PISA, las mujeres y las matemáticas


Foto: Camila Dominguez 
Los primeros días de diciembre se dieron a conocer los resultados de las últimas pruebas PISA. Asumo que no necesitan presentación porque en las últimas semanas han tenido un gran protagonismo en la prensa uruguaya. El lector de esta nota seguramente se haya aburrido de escuchar o leer en el último mes dramáticos titulares sobre la cantidad de escalones que perdió Uruguay en el último ranking de las pruebas PISA. También se habrán cansado de escuchar y leer las otras voces extremistas que pretenden restar dramatismo a los resultados con otra tan pobre y no menos dramática sentencia: la de que estas pruebas no sirven para nada porque son creadas por los países del imperio para consolidar el sistema capitalista.

En esta nota quisiera poner énfasis en un resultado sobre el cual no se suele poner énfasis, pero que ilustra la potencialidad de las pruebas PISA como herramienta de análisis e investigación en diversas áreas, y en particular, la ventaja que supone el contar con una herramienta que permita comparar de manera homogénea resultados en pruebas educativas entre diversos países.

El resultado al que me refiero tiene que ver con las diferencias que se observan en las distintas disciplinas cuando se analizan los resultados por género. Las pruebas PISA revelan que existen diferencias en el desempeño de los estudiantes según género en las diferentes disciplinas evaluadas. En general, mientras que a las mujeres les suele ir sistemáticamente peor que a los varones en matemática, esa brecha se revierte cuando se miden las competencias en lenguaje, mientras que no existen diferencias significativas en ciencias. 

Me centraré en las diferencias por género en las pruebas de matemáticas. Como se ilustra en el siguiente gráfico, si bien la brecha de género en matemáticas es bastante generalizada existen diferencias sustantivas en la magnitud de la brecha. Mientras que en algunos países las mujeres lo hacen mucho peor que los varones en matemática, en otros las diferencias no son tan sustantivas y en algunos pocos, incluso, las mujeres lo hacen mejor.

Fuente: Elaboración propia en base a datos PISA 2012.


Un aspecto interesante es que no suelen observarse las mismas diferencias cuando el desempeño en estas disciplinas se evalúa, no en la adolescencia, como lo hace PISA (a los 15 años) sino a edades más tempranas. Por ejemplo, si comparamos el desempeño en matemática entre los países que participaron en las pruebas PISA y también en las pruebas SERCE[1] (estas últimas evalúan el desempeño de estudiantes en tercer grado de escuela), se observa que las diferencias suelen aparecer o exacerbarse con la edad.

Fuente: elaboración propia en base a datos PISA 2012 y SERCE 2006

Estas diferencias en el desempeño educativo por género, especialmente el hecho de que las mujeres se desempeñen peor en matemáticas, viene siendo investigado desde hace mucho tiempo desde las más diversas disciplinas. Las primeras y más antiguas explicaciones provienen de la neurociencia, y apuntan a diferencias biológicas, ya sean genéticas, hormonales o incluso de composición cerebral entre hombres y mujeres[2]. La posibilidad de diferencias biológicas es todavía estudiada y no se puede descartar que en algún grado tales teorías tengan algo que explicar. Ahora bien, salvo que existan diferencias biológicas importantes entre hombres y mujeres de diferentes orígenes, estas teorías no pueden explicar por qué, como muestran los datos PISA (esos datos creados por el imperio para consolidar el sistema capitalista), en algunos países mujeres y varones logran desempeñarse de la misma manera en matemáticas mientras que en otros países existen diferencias sustantivas. Tales diferencias no pueden sino explicarse por diferencias entre países ya sea en los procesos de socialización (formación de estereotipos), en las estructuras de incentivos para esforzarse más en una u otra disciplina y/o en las oportunidades económicas futuras [3]. Al respecto, en un artículo publicado en la revista Science[4] un grupo de investigadores vinculó las brechas por género en las pruebas de matemática con diversas medidas que intentan capturar el grado de igualdad de género de un país y encontraron que en aquellos países con una cultura más igualitaria para ambos géneros las diferencias entre niños y niñas en matemáticas suelen ser mucho más bajas.

Muchos se preguntarán por qué debería ser un motivo de preocupación que las mujeres se desempeñen peor en matemática que los varones. Es una pregunta válida. Una razón es que si bien las mujeres han ido ganando terreno en los años de escolarización, aún siguen estando muy subrepresentadas en las profesiones con fuerte contenido científico, como las ingenierías. Estas profesiones suelen tener una remuneración por encima de la media y podrían explicar, en parte, las diferencias salariales por género. Otra razón es que la formación de capital humano en estas áreas suelen ser de sustancial importancia para el desarrollo económico de un país.

En suma, en materia de diferencias por género, los datos PISA nos vienen a contar que no pueden explicarse por la biología y que por tanto hay un amplio espacio de actuación para las políticas públicas.


[1] Las pruebas SERCE son un estudio comparativo de desempeño similar a PISA que se realiza entre países de América Latina entre estudiantes en edad escolar (3º y 6º grado). http://www.unesco.org/new/es/santiago/education/education-assessment/second-regional-comparative-and-explanatory-study-serce/.
[2] Wilder y Powell (1989) y Penner (2008) ofrecen una revisión muy completa de estas explicaciones.
[3] Existe una literatura muy amplia que analiza la influencia de factores sociales en el desempeño educativo por género. Por ejemplo, existe evidencia de que el ambiente de aprendizaje influye, ya que cuando niñas y niños son educados de forma separada, las diferencias de género en matemática se reducen (ver por ejemplo los trabajos Booth et al. 2011; Booth and Nolen 2012; Mael et al. 2005, Billger 2002.  Otras teorías apuntan a diferencias en el tratamiento por parte de los educadores (Heller and Parsons 1981; Leinhardt, Seewald, and Engel 1979; Parsons, Adler, and Kaczala 1982), o de los padres (Muller 1998; Bouffard and Hill 2005; Bhanot and Jovanovic 2005).
[4] Guiso et al (2008), Culture, Science and Math.

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