CAMBIAR LA AGENDA: de la redistribución de ingresos a la redistribución de activos



Foto: Andrés Dean (Barrio Casavalle, Montevideo, feb. 2013)
Desde una perspectiva de izquierda, la búsqueda de una sociedad más igualitaria constituye uno los objetivos más importantes (sino el más importante) que deben perseguir las políticas públicas.

En este sentido los gobiernos del Frente Amplio han obtenido algunos logros destacables aunque, en algunos aspectos, limitados.

En un contexto caracterizado por un crecimiento ininterrumpido e inédito del PBI uruguayo en los últimos 10 años, se ha logrado reducir sustancialmente la incidencia de la pobreza y la indigencia en nuestro país. Desde un punto de partida en 2004, con una incidencia de la pobreza y de la indigencia de un 40% y un 4.7% respectivamente, se ha alcanzado en 2012 que dichos porcentajes llegasen a 12.4% y 0.5%. Durante los primero años del gobierno del FA la distribución del ingreso, medida a través del Índice de Gini, siguió aumentando. Recién a partir del año 2008 dicho índice comenzó a bajar, año a partir del cual se ha mantenido la tendencia descendente.

Los avances logrados, en la distribución del ingreso, se apoyaron en el despliegue de un conjunto de medidas. La Reforma Tributaria, la Reforma de la Salud y el Plan de Emergencia y su continuidad en le implementación de las Asignaciones Familiares no contributivas, constituyeron instrumentos centrales para explicar los mencionados avances. Sin embargo, estas medidas tienen un efecto muy limitado en el tiempo, ya que permiten reducir la desigualdad de ingresos en el período que se implementan. Pero el mantenimiento de dichas políticas no permite seguir reduciendo la desigualdad de ingresos. En este sentido, si bien es más difícil de evaluar, es probable que haya sido mayor el efecto de la reinstalación de los Consejos de Salarios. En el caso de estos últimos, sí es factible que tengan un efecto dinámico al cambiar el poder de negociación de los asalariados desde el momento de su reinstalación.

Ahora bien, ¿por qué considero que estos avances son bastante limitados? La respuesta está en que la enorme mayoría de los ingresos que perciben las personas surgen como retribución por los activos que dichas personas poseen. Dentro de dichos activos se destacan la tierra, las diferentes formas de capital y los niveles educativos de las personas. Las políticas mencionadas ayudaron a modificar las relaciones de poder entre las partes que negocian como se distribuyen los ingresos generados entre quienes poseen diferentes activos (Consejos de Salarios), pero sin modificar la distribución de dichos activos. O bien, redistribuyeron directamente dichos ingresos a través de la política tributaria y el gasto público.

Para lograr una reducción sustantiva y perdurable en la desigualdad, Uruguay debería avanzar y mucho en mejorar la distribución de dichos activos.

La concentración de la tierra en Uruguay muestra niveles moderadamente elevados si se la compara con América Latina, que es, a su vez, la región con la pero distribución de la tierra del mundo. Ahora bien, si se lo compara con los países desarrollados, los niveles de concentración de la propiedad de la tierra, resultan simplemente escandalosos. A esto hay que agregar que, según los datos del último censo agropecuario, dichos niveles de concentración habrían aumentado en los últimos años. La tortuosa implementación del ICIR y su reformulación a través del Impuesto al Patrimonio, no producirán por si solos una mejora importante en este tema. Aun resta conocer el impacto de la mayor participación en el mercado de tierras con fines redistributivos que ha tenido el Instituto Nacional de Colonización (INC) en los últimos años. Para cualquier gobierno de izquierda que pretenda avanzar sustantivamente en términos de igualdad, la reforma agraria debería reingresar en la agenda política.

La distribución de las distintas formas de capital es otro aspecto en el cuál un gobierno de izquierda debería proponerse avanzar. Sin embargo, hasta ahora las medidas implementadas por los gobiernos del FA han sido pocas. Las dos más destacables serían la ampliación de las opciones de financiamiento para la adquisición de vivienda y, más recientemente, la creación del Fondo para el Desarrollo (FONDES). Este último se financia con hasta un 30% de las utilidades del BROU, y tiene como uno de sus principales objetivos la promoción y financiamiento de las Cooperativas de Trabajadores o empresas autogestionadas. En la medida que una mayor presencia de Cooperativas de Trabajadores favorecería una mejor distribución del capital productivo, la ampliación del espacio que ocupan las cooperativas en la economía podría colaborar en este último aspecto. Estas dos medidas tal vez sean los dos avances más relevantes en materia de redistribución de la riqueza. El diseño de esquemas que permitan socializar el capital productivo de forma eficiente y ordenada en el contexto de una economía de mercado es un aspecto en el que debería avanzarse más.

Por último, y posiblemente lo más preocupante, sea la distribución de los niveles educativos de la población. La misma ha permanecido prácticamente estancada en los últimos años, mientras otros países latinoamericanos consiguen importantes avances en la materia. Los niveles educativos de las personas constituyen uno de los principales activos que poseen y su desigual distribución explica gran parte de la inequidad en la distribución de los salarios. Un objetivo central de la política pública debería ser aumentar los niveles educativos de la población y reducir la desigualdad de los mismos.

Las importantes reducciones en la desigualdad que han tenido varios países de la región, se han apoyado crucialmente en el aumento de los niveles educativos de la población. Y los malos desempeños que ha tenido Uruguay, en particular en cuanto al alto nivel de abandono de los estudios secundarios por parte de los jóvenes, cuestionan seriamente que se pueda avanzar en este tema. En 2009 el porcentaje de jóvenes de 20 años que habían terminado secundaria era de 33%, uno de los peores resultados a nivel latinoamericano.

Paradójicamente, este parece ser uno de los problemas sobre los que más se ha discutido y sobre el cual el gobierno parece estar más lejos de poder avanzar.

Lograr mejoras sustantivas y perdurables hacia una sociedad más igualitaria requeriría avanzar crucialmente en las tres áreas mencionadas. Sin lograr mejorar la distribución de los activos que permiten obtener ingresos, los avances obtenidos en materia de distribución del ingreso podrían verse rápidamente revertidos ante un cambio en el contexto político o macroeconómico.

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